Mucho se ha dicho acerca de la depresión, estos discursos pueden estar cargados, por un lado, de estigmas, prejuicios, miedos y por el otro comprensión, solidaridad y empatía hacia las personas que lo experimentan.
En ocasiones la sola idea de "tener" depresión puede sentirse como una carga muy pesada de llevar, pues llegamos a atribuirla a un problema interno, a una falla en nuestra identidad y, ¿quién no tiene miedo de estar "mal", de ser "débil"?
Toda esta narrativa alrededor de la depresión puede paralizar a las personas en sus intentos de salir adelante, de buscar ayuda, llegando al punto de concluir que no avanzan y que nunca se saldrán de eso.
Entremos en detalles:
Categorizar la depresión como un trastorno es una manera de describirlo (la más difundida posiblemente), pero existen también otras maneras de describir esta experiencia.
Quiero compartir con ustedes la idea de que la depresión es también una respuesta a una condición de vida, a un evento difícil, a un contexto en el cual el único elemento no es la persona, sino en el que influye también su entorno, personas, situaciones, significados, relaciones, historias y narrativas
¿Qué ocurre en la depresión?
Cuando uno pasa el tiempo suficiente batallando con una situación difícil, empieza a cansarse física, mental y emocionalmente, pues se exige estar alerta en todo momento, ese estado consume energías y recursos, los repetidos intentos por solucionar las cosas y sentir que no se consigue puede generar malestar, sensación de no poder lidiar con ello, entonces empezamos a desalentarnos.
Producto de ello, lo que hacemos es alejarnos de los demás, "descansar", dejamos de visitar a las amistades, de salir a dar un paseo, pues nuestras energías no son las mismas, "ya no tenemos ganas", empezamos a DESPOBLAR, sin querer, nuestras vidas de pequeñas o grandes satisfacciones. Este paso es fundamental para que "la depresión" se establezca como respuesta a lo que nos sucede, entramos en una interacción depresora que se alimenta a sí misma.
Un nuevo elemento:
Las palabras que digo también influyen.
A partir de ese momento, la manera en como hablamos de nuestra situación y de nosotros mismos cambia, incluimos en nuestro lenguaje, usando palabras como: "nunca, siempre, jamás, no soy capaz, etc".
Paradógicamente, las generalizaciones solo existen en el lenguaje, pero crean ficciones. Cuantas más veces repitamos esas ideas, más las creeremos y buscaremos pruebas que las respalden. (No soy capaz de salir de esto)
Por ello resulta de vital importancia utilizar nuestro lenguaje, no solamente para identificar aquello que ya no conseguimos hacer, sino para evidenciar esa versión de nosotros que a pesar de todo ello sigue luchando y afrontando la situación.
"El lenguaje crea la realidad en vez de describirla" Steve D shazer
MI OTRA VERSIÓN
Aunque la situación sea difícil y nos sintamos cansados, estamos haciendo algo para afrontar lo que nos sucede. El esfuerzo constante por encontrar paz o bienestar indica que estamos haciendo algo.
En nuestra vida diaria ya experimentamos momentos en los que lo que deseamos está sucediendo, en algunos momentos por poco tiempo y en otros momentos eso abarca buena parte de nuestro día.
Por ejemplo, la sensación de bienestar que puede producir, salir a caminar, reírse por un video gracioso, una buena conversación con alguien cercano o el simple hecho de descansar bien. A veces, estos momentos son breves y no los valoramos, pensamos que es suerte o que 'no hicimos nada'.
Si resaltamos esos momentos, y aún más si descubrimos como lo hicimos y lo repetimos, podremos poco a poco ir POBLANDO nuestro día de aquello que es realmente importante para nosotros.
Pero nos hemos puesto a pensar realmente
¿Qué deseo que suceda en lugar de la depresión? ¿Qué habrá después que dejemos atrás la depresión?
Te invito a responderte estas preguntas detalladamente. Y que veas que parte de eso (aunque sea pequeña) ya está sucediendo en tu día a día.